Ana María Zavala, entrenadora, rompe muros en el fútbol varonil
Lo primero que escuchó Ana María Zavala del vestidor de Delfines de Abasolo el día que la presentaron como nueva entrenadora del equipo fue “aquí no se permiten mujeres”. Ninguno de los jugadores sabía que la exportera estaría a cargo de los destinos tácticos del equipo. “No sabía si salir corriendo del túnel o pararme ahí y gritarles que quién lo había hecho. No sabía qué hacer, si huir o enfrentarlo y ponerme muy ruda y enojada”, rememora en entrevista con AS la primera mujer que dirige a un equipo profesional varonil en el país.
La historia del fútbol mexicano femenino guarda entre sus filas a mujeres que han sabido sobreponerse a la histórica cultura machista que caracteriza a una gran parte de la población. Desde la Selección Mexicana del Mundial de ’71, que logró colarse hasta la gran final en un Estadio Azteca abarrotado con 100,000 fanáticos, hasta los logros de futbolistas como Maribel Domínguez, quien fue votada como la sexta mejor jugadora del mundo en 2005; Charlyn Corral, la primera Pichichi mexicana en España; Kenti Robles, multicampeona de la Liga Iberdrola; hasta Mónica Vergara y la Selección Sub-17 Subcampeona del mundo en 2018.
Ana María, de 25 años, amante de las porterías y del fútbol mismo, inició su historia en el fútbol mexicano al crearse la Liga MX Femenil, en 2017. Se enroló con el León, sin embargo, solo pudo protagonizar tres encuentros oficiales y, un año después, tuvo que tomar una decisión muy importante, ya que el contrato con ‘La Fiera’ terminó y Ana María tenía que pensar sobre su futuro.
Pese a que desde los cinco años soñó con ser futbolista y no directora técnica, Ana María se dio cuenta al estar en la banca del León que ese podría ser el camino a seguir y, con el apoyo de su mamá, logró llevarlo a cabo. “Cuando se acabó mi proceso con León (en 2018), esa misma noche me dijo mi mamá ‘¿qué vas a hacer?’. Me preguntó si me gustaría ser entrenadora, y yo decía ‘sí me gusta, pero no sé’. No se trataba de que no me gustara, sino que no tenía el dinero. Mi mamá me dijo ‘si lo quieres estudiar, yo te ayudo, son dos años, te puedo ayudar todavía”, recuerda. Y Ana María dijo que sí.
Luego de dos años en la Escuela Nacional para Directores Técnicos (ENDIT), Ana María sufrió la pérdida de su abuelo, motivo que la alejó del fútbol y la deprimió, pero la vida le daría una sorpresa. Una llamada le cambió el rumbo cuando uno de sus amigos, Marco Ruiz, la contactó para saber si le interesaba tomar el mando de los Delfines de Abasolo, equipo de tradición local fundado en 1978, que fue entrenado durante un tiempo por Antonio ‘Tota’ Carbajal, y después llegó incluso a Segunda División.
Después de algunas llamadas con su amigo, que ahora funge como su asistente, y de hablar con Uriel Rodríguez, quien la contactó a nombre del club, Ana María supo que la propuesta de ‘Delfines’ era seria. “Ellos sabían que acababa de terminar (su carrera) y yo también dudaba, porque no tenía mucha experiencia. Nada más había entrenado equipitos locales, nunca había salido otro lugar a dirigir. Era mi primera oportunidad. Entonces también me quedé sorprendida de que tuvieran tanto interés. Y les dije que sí. Desde ahí no lo dudé”, explica.
Ana María tomó al equipo en octubre del 2020 y se sintió confiada al llegar a un club al que no le importó el género. “Creo que esa fue la base; saber que ellos, a pesar de que yo era mujer y que aún no había ninguna mujer en el equipo, me dieron todas las herramientas y todas las facilidades para llegar al club. Nunca había una mala cara o alguien que estuviera en desacuerdo. Siempre fue ‘estamos contigo y confiamos en tu trabajo y vamos a darle’. Cinco meses después, mantiene a su equipo en el noveno puesto del grupo 8 de la liga.
La joven entrenadora sabe del reto que tiene en su poder y, aunque asegura que no ha recibido maltratos desde que tomó el cargo, minutos antes de ser presentada como nueva directora técnica de los Delfines vivió su momento más complicado, ya que uno de sus jugadores la corrió del vestidor.
“Iban a tener partido. Llegué al estadio y me dijeron ‘entra el campo para que lo veas’. Entonces bajamos por el túnel. Llegamos al vestidor. La puerta estaba entreabierta y escuché que alguien grita ‘aquí no se permiten mujeres’. De mi propio equipo. Los futbolistas no sabían nada, literal nada les habían platicado todavía. Ese día iban a poner a un auxiliar y a un utilero. Ellos eran los que iban a salir al campo. No sabían nada de su nuevo director técnico. Entonces llegué y escuché eso y me puse muy roja, como de pena, pero dije ‘no, aquí no tienes que mostrar debilidad o algo’. Entonces me puse muy seria y ya pasé el vestidor”, rememora Ana María. “Fue la peor experiencia que he tenido”, añade, “pero tomé de la mejor manera y dije ‘bueno, de aquí parto y voy a empezar a trabajar con eso’. Desde ahí el respeto se ha dado’”.
Después de la presentación todo cambió. Ana María asegura que debido a que Abasolo, sede de los Delfines, es un pueblo pequeño, “los muchachos todavía tienen una mentalidad un poquito cerrada. Eso fue lo que hizo que obviamente no gritara. Sí me creó como un conflicto pensar que todavía ni entro y ya pusieron esa barrera. Pero cuando les dijeron (que era su DT) ya no hubo ninguna”.
La exportera de León sabe que uno de los retos más difíciles en el vestidor es generar la combinación de respeto/confianza necesaria entre sus jugadores y ella, algo que, afirma, sería más sencillo por la personalidad de las jugadoras, quienes suelen hablar de sus sentimientos y experiencias personales de manera más abierta. No obstante, el apoyo de su auxiliar es muy importante en ese sentido, ya que él le ayuda en cuanto a lo emocional.
“Me gustaría que ellos tuvieran esa confianza conmigo, pero todavía estamos trabajando en eso. Seguimos con el respeto y después vendrán más cosas. Por ahora, hay unos pocos que cuando llego me dan un abrazo. Otros nada más me saludan de puño. Otros me saludan de beso. Es decir, sus formas son muy diferentes. Hay algunos más introvertidos, otros más extrovertidos, otros que bromean, otros que son muy serios. A todos hay que encontrarles la forma. Es ir tomándoles un poquito más de confianza y que ellos me la tengan a mí”, explica Ana María.
Los futbolistas también tratan de sobrepasar la barrera de la ‘pena’ al no estar acostumbrados a que una mujer esté al frente, pero, según cuenta la entrenadora de 25 años, es algo que van superando. “Al principio algunos se tapaban. Ahora ya no tanto, lo toman más. Antes los veía y algunos hasta se ponían rojos”, relata.
Entre risas, Ana María contó la ocasión en la que uno de sus jugadores pasó por un momento bochornoso frente a ella: “Un día estaba con ellos, pero me puse una gorra para el sol, para salir a calentar. Uno de los chicos no se había dado cuenta. Entonces pusieron una canción guapachosa. De banda, no sé. Y que grita el muchacho, ‘¿dónde está Anita para invitarla a bailar?’. Y yo estaba enfrente de él. Bueno, no se le cayó el short porque lo traía amarrado. Se puso rojo y con la cabeza abajo, se agachó, se cambió y no dijo más en todo el día. Son cosas muy chistosas y yo nada más me río. Todo va mejorando. Es un proceso y todos vamos aprendiendo, tanto ellos de mí como yo de ellos”.
El trabajo en conjunto entre jugadores y cuerpo técnico ha logrado que exista “muy buen ambiente” en el grupo. Respeto y disciplina, que Ana María ha sabido imponer. “El respeto se está dando y eso es lo más importante. Jamás les he gritado. En el fútbol sabes que es de gritarles maldiciones o cosas así, pesadas. No les grito ese tipo de cosas. Para eso tengo a mi auxiliar. Cuando es necesario, sí le doy un empujón para que él salga y grite para que despierten, pero yo todavía no cruzó esa línea porque ya sería perder el respeto”.
El cambio de género en la dirección técnica de los Delfines de Abasolo contribuyó a que la afición respondiera y se enganchara. Ahora, Ana María es también un objetivo de los vítores de los seguidores de Delfines, una figura del club. “Empezaron a ver que el equipo estaba funcionando. Ya hasta bromean y me echan porras. A veces sí me da mucha risa que todo el partido se la pasan echándole porras a la entrenadora en lugar de a los muchachos. Es algo a lo que no estaba acostumbrada y tal vez ellos tampoco. Lo están disfrutando igual que yo”.
Ana María es consciente de que ya abrió una ventana para las mujeres en el balompié varonil mexicano. Y aunque cuando llegó al ENDIT nunca pensó en convertirse en la primera mujer en dirigir un equipo de hombres en el sistema del fútbol profesional/semi-profesional en México, sí sabía que estaba dando ese paso, porque le gusta lo que está haciendo, porque ama al fútbol y porque lo ha amado toda su vida.
“La verdad me siento muy bien, no solo por mí, sino por todas las mujeres. Es un paso muy importante para el fútbol femenil y para las mujeres en el varonil. Ahora, este ‘boom’ de los Delfines es un antes y un después. Ya no va a haber imposibles para las mujeres. Después de esto se les van a abrir las puertas a más personas”
Pese a tener grandes momentos en el balompié, el hecho de ser reconocida como la primera directora técnica en el fútbol varonil mexicano es, hasta ahora, su mejor experiencia dentro de la industria. “Eso es una satisfacción tremenda, porque la fama dura tres segundos y se acaba. O duras 10 meses en un equipo y luego nadie te recuerda. Lo que hicimos de entrar ya en el varonil es algo para toda la vida. Es histórico. Y luego habrá 500 o 1,000 mujeres dentro. Y qué bueno. Eso es lo que lo que más me ha llenado”, se enorgullece la entrenadora.
Aunque la Liga MX Femenil abrió una oportunidad más para el crecimiento de las mujeres en el fútbol, los pensamientos añejos sobre si una mujer puede estar en el terreno de juego o en la línea de banda siguen pesando mucho. La DT de 25 años atribuye esto a la cultura machista que predomina en México.
“Es un problema cultural, porque todavía en casa los siguen educando de la misma manera. Piensan que las mujeres son para otras cosas y no para el fútbol. La mentalidad de que una mujer no puede ser más que un hombre y no nos dan el crédito o el mérito todavía. Piensan en que la mujer no sabe fútbol y que todavía no está preparada. Se demerita al fútbol femenil, a las mujeres y a lo que hacemos. No sé por qué todavía no dejan que la mujer crezca o se desenvuelva igual que un hombre”, denuncia.
Ana María sufrió este problema cultural en carne propia cuando era niña, debido a que no era bien visto que jugara fútbol con hombres. La llamaban “marimacha o lesbiana”, recuerda; a los niños les molestaba salir de la cancha para darle paso a una mujer. Sin embargo, no cree que esto deba coartar sus sueños, ni los de nadie: “El fútbol es mi vida y lo será siempre. Gracias a Dios he tomado decisiones correctas y a veces he tomado decisiones incorrectas. En el fútbol y en la vida. Y todas me han servido para mejorar como persona y crecer. Ahora sí fijé mi meta en ser directora técnica y estoy viviendo ese proceso. Creo que es algo con lo que las mujeres aprendemos a vivir. De todo eso nos hacemos más fuertes dentro de todo”.
Lo que antes era ninguneo, hoy es atención y reconocimiento. Ahora desfilan las cámaras en los entrenamientos y el equipo comienza a recibir cada vez más seguidores en redes sociales. “No sé si por morbo o porque realmente les interese”, se cuestiona Ana María, “pero es jugársela, que alguien apueste por el talento femenil.”
Con su experiencia en el fútbol mexicano femenil y su repaso por las redes sociales, Ana María ha notado que la mayoría de opiniones o comentarios hacia las jugadoras van dirigidos hacia su físico. “Hay seguidores que dicen ‘voy a ver a este equipo porque las jugadoras están bien bonitas’. ¿Tú crees que esa es una respuesta válida? No, se trata de calidad. ¿Por qué te estás fijando en si las muchachas están bonitas? Es un pensamiento muy machista y muy retrógrada. Y muchísimas palabras te puedo decir, pero así es México”, expone.
Se demerita al fútbol femenil, a las mujeres y a lo que hacemos. No sé por qué todavía no dejan que la mujer crezca o se desenvuelva igual que un hombre
Ana María Zavala
No obstante, a pesar de los múltiples problemas a los que se pueden enfrentar las mujeres en el país, Ana María les pide que sigan trabajando: “Deben luchar muchísimo para romper estas barreras y estas muestras de baja cultura”. En cuanto a afición y directivos, el mensaje es ‘confiar’: “Si para un hombre es difícil, para una mujer es tres veces más difícil. Al lograrlo deberían de darle un mérito. Que sigan creyendo en el fútbol y sigan creyendo en las mujeres”.
En febrero de 2020, Mónica Vergara fue nombrada entrenadora de la Selección Femenil de México, lo cual marcó otro antecedente histórico al ser la primera mujer en tomar el mando. Pero aún hay una larga lista de sueños para las entrenadoras, ya que tanto la Primera División como la selección varonil, están en los objetivos de muchas de ellas. Sin embargo, aunque Zavala ya abrió camino en la Liga TDP, ve aún muy lejano el día en que a las mujeres se les dé la mayor oportunidad, sobre todo en Selección Mexicana. “No veo cerca que una mujer esté al frente de un equipo de Primera División (Liga MX). Quizá cinco o seis años, por muy corto. Pero en la Selección van a pasar 10 años y no lo vamos a ver todavía. No es imposible, no, pero no creo que estemos cerca. Y hay entrenadoras muy buenas. Ve a Mónica, le están dando la oportunidad. También está Maribel (Domínguez). De verdad confío en esos proyectos, pero los mexicanos todavía no están listos para ello”, sentencia.
Ana María Zavala ya derrumbó un muro que el fútbol mexicano había impuesto para las mujeres. Una industria que aún permanece vedada para tantas. Pero el esfuerzo de futbolistas, directoras técnicas, árbitras, directivas, fotógrafas, preparadoras físicas, periodistas, cronistas, que siguen luchando para que el fútbol mexicano sea más inclusivo, continúa abriendo nuevos espacios para el género femenino.